El asesinato de siete chamanes, quienes vivían en la cuenca baja del río Bobonaza, en Puyo, tiene preocupados a los dirigentes indígenas de la comunidad Sarayaku, la más grande de la zona. Las muertes se han registrado en los últimos 10 años y, según el dirigente Marlon Santi, aún no se ha esclarecido ninguna.
Él presume que se trata de un plan sistemático para eliminar a los más ancianos, quienes son los que más conocen la sabiduría ancestral. “Les quieren matar a los pocos hombres de sabiduría que aún tienen fortaleza”.
El último asesinato se registró el pasado 27 de agosto. La víctima fue Pastor Cadena Cariajano. Sus dos hijos menores de edad vieron cómo un grupo de militares lo mató a balazos. En las declaraciones rendidas en la Fiscalía, dijeron que los uniformados le pidieron una ‘piedra poderosa’ para curar a la mujer de uno de ellos.
“Mi padre les dijo que no tenía y que no sabía nada acerca de la mujer que estaba poseída por el mal. En ese momento, uno de ellos le disparó al pecho.
A mí me dejaron con una herida de bala en el abdomen y con mi hermano pudimos huir, escondiéndonos entre la selva”, contó el mayor de los dos sobrevivientes.
Ellos son nativos de la parroquia Montalvo, Pastaza. Pastor Cadena abandonó, con toda su familia, la selva para radicarse en Puyo.
Él trabajaba durante el día como albañil y en las noches practicaba la medicina natural. Vivía en una humilde casa de madera, rentada en 35 dólares. Después de su muerte, su hermano César se hizo cargo de la familia.
Los militares implicados son los sargentos Iván Santi Mucushigua y Cervantes Santamaría Cuvi. Los dos permanecen detenidos en la Cuarta División del Ejército, en Shell. El comandante de esa unidad, coronel Jorge Peña, aseguró que si se los declara culpables, serán dados de baja.
Pero, Marlon Santi tiene pocas esperanzas de que esta vez se haga justicia. Este dirigente de Sarayaku recuerda que hace un año, el chamán Isaac Santi, de 80 años, fue torturado y asesinado.
“Aunque no se ha confirmado, tenemos conocimiento de que el crimen fue realizado con apoyo de militares”, dice.
En Puyo, se creó la Asociación Atayak, para defender a los yachak (chamanes). Su principal representante, José Gualinga, asegura que el plan para exterminar a los curanderos más viejos tiene un propósito: acabar con la ciencia ancestral de las comunidades indígenas que viven en la selva.
“Según nuestra cosmovisión, cuando el jefe de la familia (el más anciano) muere, empieza a desaparecer el ayllu (familia), y cuando eso ocurre es muy peligroso para nosotros”, reflexiona Gualinga.
De acuerdo con los registros de la comunidad Sarayaku, las muertes han estado precedidas de secuestros y torturas.
Además, las víctimas han sido ancianos y hasta hay casos en los que los asesinatos se han realizado después de los rituales.
En los partes policiales consta que en los siete asesinatos se utilizaron armas de fuego. En la comunidad recuerdan que hace algunos años, un chamán anciano fue baleado por un trabajador de una petrolera. Las razones no se conocen hasta ahora.
A Otonil Gualinga, nativo de la comunidad quichua de Bomberas, le mataron después de realizar una curación en su casa. Fue hace más de cuatro años, en la madrugada, a pocos minutos de que los beneficiaros de la ‘limpia’ salieron de su domicilio.
El último asesinato –el de Pastor Cadena- es investigado por la Fiscalía y está en etapa de indagación previa. En los juzgados de Puyo no hay procesos por las muertes de los siete chamanes.
El dirigente Gualinga denunció que no se han podido esclarecer las muertes porque las familias de las víctimas no tienen dinero para poner las denuncias. “Lamentablemente, nadie actúa de oficio”.
César Cadena, hermano del último chamán asesinado, dice que está dispuesto a exigir que se haga justicia hasta que el dinero le alcance. “Si el proceso se dilata, tendré que dejarlo porque hay días que tengo solo para comer”.
Otras amenazas
Flavio Cervantes Cadena, el último yachak de nacionalidad Andoa, fue asesinado por desconocidos hace dos años. Su cuerpo apareció en la selva.
La Asociación Atayak brinda ayuda psicológica a las familias de las víctimas. Además, sirve de enlace con las autoridades para promover las indagaciones de los asesinatos.
Los dirigentes de la comunidad indígena Sarayaku también han denunciado la presencia de petroleras en su territorio. La destrucción del ecosistema es la principal amenaza. |