Los nuevos colonialistas verdes
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El colonialismo verde en Ecuador tiene antecedentes en fundaciones como Hatum Sacha, una fundación de 3 norteamericanos y un ecuatoriano, que ha cumplido un buen papel en la protección de los los bosques, el desarrollo sobre el conocimiento y manejo de áreas silvestres, pero el interés proceso de compra o uso de tierras (servidumbres ecológicas) se ha propagado y si bien es una medida desesperada frente a un estado donde la corrupción ambiental campea, y aparentemente esta es la salida, se ha convertido en una verdadera colonización incontrolable, que busca "paraísos naturales para gringos" y que nos recuerda el modelo de colonización que se llevó a cabo en California, Nuevo México, Arizona, Colorado, Nevada, Texas y Florida en la que un grupo de agricultores norteamericanos crearon una fuerte influencia dentro del territorio mexicano, luego organizaron una sublevación apoyada por Norteamérica, que llevo a estos estados a declararse países independientes y finalmente una alianza con el gobierno de los estados de la Unión para hace lo que hoy es Estados Unidos.
Ecotrackers vivió una crisis interna cuando trato de evitar que su política y trabajo fuera el ofrecer la idea de "paraísos para gringos", pues sus estudiantes y voluntarios extranjeros de largo plazo organizaron una estructura usando nuestra infraestructura y relaciones, para desplazar a los ecuatorianos de la fundación con este fin, en acuerdo con transnacionales de trabajo voluntario.
Él oponernos a servir de portal de acceso a este colonialismo verde, significó que fuera robada nuestra idea, las visas que les dimos, la relación con algunas comunidades, los profesores de español y nuestros contactos internacionales empezando por asumir el manejo de nuestro correo electrónico, nuestra página web y finalmente nuestro dinero , para encaminarlos a ser complacientes con un escocés, un norteamericano y un holandés que lograron seducirlos con la idea de "éxito " bajo la visión del negocios y popularidad, en la captura de extranjeros. El negocio era "Los paraísos verdes y culturales para gringos en el Ecuador", como experiencias vacacionales de estudio y trabajo voluntario.
Hoy nuestra lucha es conseguir que nuestros espacios de vida silvestre y de riqueza cultural sean un patrimonio del Ecuador, para los ecuatorianos y todos los viajeros del mundo, sensibles a la lucha por la protección de la biodiversidad y la diversidad cultural, desde un sentimiento y una realidad ajena a la propiedad privada, al sometimiento al dinero o poder de los poseedores del dinero y menos si es extranjero, sino como riqueza valorada y accesible de un pueblo y de un país, cuidada además por todos los habitantes de ese país y del mundo.
Empresarios ecológicos: ¿colonialistas verdes o salvadores del medio ambiente?
April 9, 2007 4:05 a.m.
Por Matt Moffett
The Wall Street Journal
MANICORÉ, Brasil—En las profundidades de la selva tropical, Johan Eliasch, el ejecutivo sueco que resucitó al fabricante de indumentaria deportiva Head NV, inspeccionaba su último proyecto. Examinaba cientos de diminutas semillas que serán plantadas en terrenos de su propiedad. Los árboles actúan como una especie de esponja para el dióxido de carbono, el más prevalente de los gases que contribuyen al calentamiento global.
En 2005, Eliasch compró los títulos de propiedad de cerca de 160.000 hectáreas, un área el doble de grande que la ciudad de Nueva York. Cerró una operación maderera y una planta de madera terciada y plantó árboles motivado, según confiesa, por lo que considera el lento avance en la lucha contra el cambio climático. "Había que sacudir un poco las cosas", dice.
Eliasch ciertamente lo ha logrado. Algunos grupos ambientalistas locales lo han tildado como un principiante dedicado al "colonialismo verde". Muchos brasileños lo han acusado de ser uno más en una larga lista de extranjeros interesados en los recursos naturales del país. El proyecto de conservación de Eliasch, mientras tanto, ha dejado a algunas personas de la región desempleadas. Arturo Virgílio, un senador brasileño de la zona, lo acusó en un discurso en el Congreso de ser "audaz y desequilibrado".
Eliasch ha tratado de recabar apoyo entre los brasileños. Está tratando de sacar adelante dos proyectos más ambiciosos bajo el paraguas de un grupo llamado "Cool Earth".
Uno de ellos permitiría a los ciudadanos comunes y corrientes invertir en la preservación de partes de la selva tropical. El otro usaría instrumentos financieros conocidos como derivados para estimular a las empresas a respaldar proyectos que beneficien el medio ambiente.
Eliasch, de 45 años, cuenta con una fortuna personal estimada en alrededor de US$700 millones, un yate y un influyente puesto como asesor del tesorero del Partido Conservador del Reuno Unido. Su imagen no se ajusta a la de un típico ecologista. Sin embargo, su trabajo en la Amazonía lo ha inmerso en el debate acerca del rol que deben jugar los particulares, en especial los más acaudalados, en la búsqueda de soluciones para los problemas ambientales.
Muchos brasileños han señalado que Eliasch debería dedicar su tiempo a resolver los problemas en su país, como la contaminación producida por los vehículos, antes de embarcarse en aventuras en otros lugares.
Eliasch, por su parte, dice que trata a la ecología global como si fuera "una empresa que genera grandes pérdidas de carbono". Si es posible frenar la destrucción de la selva tropical, insiste, entonces daría tiempo para que los países desarrollados limpien sus sistemas industriales y de energía.
"Es como cualquier situación en la que hay que reestructurar (una empresa)", señala, mientras empuña un machete y recorre terrenos donde ha plantado 200.000 árboles. "Uno busca el lugar donde se puede tener el mayor impacto en el corto plazo y detener las pérdidas".
Vaqueros de la conservación
Muchos científicos y ambientalistas consideran a la selva tropical como un frente olvidado en la batalla contra el cambio climático.
Los árboles absorben y almacenan dióxido de carbono pero, año tras año, en el mundo se destruye una parte de la selva del tamaño de Portugal, según los datos del Banco Mundial. El gran peligro viene cuando los árboles se queman, lo que los hace expulsar el dióxido de carbono que tenían guardado.
Según un informe encargado por el gobierno británico, la deforestación representa cerca de una quinta parte de las emisiones de gases invernadero del mundo, más que el transporte.
Jeff Langholz, profesor asociado del Instituto de Estudios Internacionales Monterey, en California, cree que Eliasch representa una nueva clase de activistas que ha bautizado como "vaqueros de la conservación", operadores independientes que acuden al rescate de los hábitats y las especies.
Los primeros proponentes se concentraron más en la conservación que en el calentamiento global.
En los años 90, J.A. Bruckner, ejecutivo de una firma de ingeniería, convenció a otros dueños de tierras agrícolas en Namibia a que integraran sus propiedades y las transformaran en una reserva natural del tamaño de Londres. Terri Irwin, la viuda Steve Irwin, el cazador australiano de cocodrilos que falleció el año pasado, supervisa santuarios naturales de unas 36.000 hectáreas.
En la Patagonia, sin embargo, se ha producido una reacción en contra de los extranjeros que compran grandes terrenos para preservarlos.
Douglas Tompkins, ligado a la cadena de ropa Esprit de Corp. y su esposa, Kristine McDivitt, la ex presidenta ejecutiva de la cadena de ropa Patagonia Inc., han invertido buena parte de sus fortunas en la compra de hectáreas en el sur de Argentina y Chile. Algunos políticos latinoamericanos los han acusado de tener vínculos con la CIA y de buscar el control de reservas de agua fresca. El año pasado, una congresista argentina de izquierda lanzó una campaña infructuosa para expropiar los terrenos de la pareja en Argentina. Los Tompkins declinaron referirse al tema.
Eliasch es dueño de varios terrenos, no siempre colindantes, agrupados en torno a la ciudad de Manicoré. La selva a su alrededor posee una inusual variedad de especies de árboles. Eliasch dice que ha viajado al lugar unas tres o cuatro veces, dejando la operación diaria en manos de gerentes que antes trabajaban en la empresa maderera.
Según sus cálculos, sus compras de tierras han contenido cerca de 80 millones de toneladas de carbono, refiriéndose a la cantidad que habría saltado a la atmósfera si sus tierras hubiesen sido quemadas. La cifra equivale a cerca de la mitad de las emisiones de carbono anuales de Gran Bretaña.
Las estimaciones de la cantidad de carbono guardado en la selva tropical varían ampliamente, dependiendo de la región y la metodología utilizada. Las cifras de Eliasch reflejan suposiciones que se ubican en la parte alta de los rangos posibles.
El empresario también ha descubierto que la Amazonía puede convertirse en una pesadilla administrativa. Eliasch dice, por ejemplo, que cerca de una cuarta parte de los títulos de sus tierras no están registrados, por lo que son cuestionables, debido a que la ley no especifica una oficina de inscripción.
No es el único problema. En Itacoatiara, al noreste de sus tierras, la planta de madera terciada está cerrada y 600 empleados deben encontrar otra manera de ganarse la vida. "En lugar de pensar tanto en el bosque, [Eliasch] debería preocuparse más de las personas", dice Raimundo Almeida, dueño de una tienda en la ciudad. Almeida calcula que sus ventas han descendido un 20% desde el cierre de la planta.
Eliasch señala que los empleados despedidos recibieron indemnizaciones superiores a lo que estipula la ley brasileña, que es considerada pro-trabajador. El empresario viajó al aeropuerto de Manicoré en enero para reunirse con las autoridades locales. Emerson França, el alcalde de Manicoré, solicitó financiamiento para planes de obras públicas que mejoran la vivienda y el acceso al agua potable. "Todos nos han olvidado y dependemos absolutamente del sueco", dice el alcalde.
Eliasch emprendió una campaña de diplomacia personal con las autoridades y obtuvo su apoyo tras prometer involucrar a los residentes locales en los proyectos de preservación. Eliasch "es creativo, innovador y tiene acceso a socios en la comunidad empresarial", dice Virgílio Viana, el secretario de Medio Ambiente de Amazonas, quien estudió en Harvard.
Pero el grupo aún no lanza su primera iniciativa. "Es mucho más difícil de lo que uno se imagina", dice Evan Bowen-Jones, director del programas para las Américas del grupo británico de conservación Fauna and Flora International. Bowen-Jones negocia una alianza con Cool Earth para preservar tierras amenazadas.
mostrar las acciones de Ecotrackers y otras organizaciones y personas para parar la deforestación y la corrupción ambiental en EcuadorX