La depredación en los manglares
Doce cangrejos hacen un atado y cuatro atados hacen una plancha. Esa es, más o menos, la medida en que se comercializa en el país el crustáceo vivo.
Miles de planchas salen diariamente de los últimos remanentes de manglar, que recorren el perfil costanero del sur ecuatoriano, desde Churute (sureste del Guayas) hasta Puerto Hualtaco, en el límite con el norte peruano.
El rendimiento
La mayor captura por persona y por día se registra en Puerto Bolívar, con 65 ejemplares. Las menores en Hualtaco: 30 cangrejos.
Las capturas
El crustáceo se recoge principalmente en la cooperativa 6 de Julio, Puerto Baquerizo y Balao (Guayas) y en Puerto Jelí, Bolívar y Hualtaco (El Oro).
Los más grandes
En 6 de Julio y en El Oro se capturan los más grandes: de 8,5 cm.
Según el Instituto Nacional de Pesca (INP), aproximadamente 2 500 personas viven de la captura del cangrejo. La variedad roja (Ucides occidentales) es la más explotada por ser la más abundante. También se extrae el cangrejo azul, más grande y menos común.
A la vista del extraño, el ‘cangrejeo’ o la extracción del crustáceo es un trabajo extenuante. Luego de 15 años haciendo lo mismo a Luis Cerna el ‘cangrejeo’ se le volvió una rutina. Cerna extrae cangrejos desde los 25 años, “cuando los encontraba en abundancia”. Ahora comparte sus jornadas con su hijo Francisco, de 15 años, aunque “solo cuando no tiene que estudiar”. Es casi una tradición que se transmite de padre a hijo.
Cerna es uno más de los 80 cangrejeros de la Cooperativa 6 de Julio, un caserío del cantón Naranjal (Guayas), levantado a 13 kilómetros de la carretera que lleva a El Oro. En la comunidad, la mayoría de hombres ‘cangrejea’ y las mujeres -esposas, hijas y madres- extraen la carne blanca del crustáceo para venderla en tarrinas a tres dólares la libra. Los atados y planchas se venden al filo de la carretera, a tres y doce dólares.
El cangrejo es un producto de exclusivo consumo interno. Su exportación está prohibida por consideraciones fitosanitarias. Pero en el mercado nacional hay mucha demanda. Los aproximadamente 5 millones de cangrejos que se extrajeron el año pasado terminaron -como todos los años- en Guayaquil, Quito, Cuenca y Machala, los principales mercados de consumo local.
‘Cangrejear’ demanda destreza y una habilidad felina. Manuel Méndez, joven y enjuto cangrejero, se mueve con soltura sobre el espeso fango, que circunda el mangle, árbol de cuyas hojas y ramas se alimenta el crustáceo. El truco para caminar en el lodo es pararse sobre las raíces del mangle que se entierran en el lodo.
Con una fina varilla de hierro terminada en gancho, el cangrejero ‘palpa’ al animal oculto dentro de su madriguera, en el fango. Cuando lo encuentra, lo saca con el gancho y, si el ejemplar es lo suficientemente grande, lo mete en un saco de yute para luego formar los atados para la venta.
Méndez es el presidente de la Asociación de Cangrejeros del caserío. El grupo se unió hace cinco años para frenar la tala del manglar, el hábitat del recurso, y evitar el avance de las camaroneras. El cangrejero asegura que el recurso disminuyó a la par de la reducción del manglar. “Antes se lo encontraba en la superficie, pero ahora hay que buscar cada vez más adentro”.
El último reporte del INP sobre extracción del cangrejo rojo indica que desde abril a junio de este año se recolectaron aproximadamente 560 000 ejemplares de las seis zonas de extracción más importantes. En Puerto Baquerizo (Naranjal) se registró la mayor extracción, 160 000 cangrejos; en Hualtaco (Huaquillas) la menor, con 35 000 ejemplares.
En Puerto Hualtaco, los 33 cangrejeros de la Asociación 15 de Enero también aseguran apreciar una progresiva disminución del recurso. “Acá el problema es con algunos cangrejeros que no respetan las vedas y no dejan que el cangrejo se reproduzca”, supone su presidente, Pedro Ordinola. La 15 de Enero extrae 6 400 ejemplares al día, “pero hace una década era más del doble”.
Lo mismo sucedía en la cooperativa 6 de Julio, pero disminuyó cuando se conformó la asociación y sus integrantes se hicieron cargo del cuidado del manglar. Luis López, vicepresidente del grupo, dice que las vedas las respetan porque preservan el recurso para sus hijos. “Cuando hay veda, nos dedicamos a la pesca y a la agricultura y no permitimos que nadie ‘cangrejee’”.